martes, 21 de julio de 2009

MIS ANTEPASADOS, RECIENTES.



Los Mayorquín, mi familia, a la que perteneció mi madre, muy queridos por mi, y yo creo que por mis hermanos también.
Los hermanos de mamá fueron 5: Elpidio, José, Pablo, Benjamín, María y mamá. Su padre murió cuando mamá tenía tres años, creo que el más pequeño era Benjamín, Mín, uno de los hermanos que permaneció viviendo aquí en el pueblo hasta su muerte. Los demás emigraron, a Sinaloa, a Sonora. Mamá emigró y volvió, Min y mi querida tía María nunca salieron de aquí, bueno, en realidad, ella vivió muchos años en un pequeño pueblito cercano.
Mi abuela crió a todos sus hijos sola, dada su viudez. A la usanza antigua, con la responsabilidad que los HOMBRES tenían, los mayores ayudaron en esa crianza, tuvieron la escuela a la que entonces podían acceder, primaria y se acabó, dedicados a trabajos diferentes, talabarteros, sastres, joyeros, relojeros, costureras, churrero.
Eran artistas mis tíos, toreros, actores de teatro, mamá nos recitaba muchos, muchos versos que aprendió de sus hermanos mayores, muchos jocosos, graciosísimos, burlones; diálogos de teatro. El que menos, se desvivía por el baile de salón.
Deportistas: beisbolistas, nadadores, toreros, ya lo había dicho, ¿no? Es que el toreo es un arte y un deporte, ¿no?
Formaron grandes familias, cuando casaron, cinco a siete hijos cada uno, todos responsables y trabajadores. Solo hay un agricultor entre todos, un primo mío que no vive lejos, ¿verdad viejo feo? Es mi saludo cuando nos vemos.
Como quise a cada uno de ellos, porque ¿ya dije que todos han muerto? Cada uno tenía a mis ojos, una historia, y una forma de ser diferente.
Elpidio, aunque una vez casado, jamás volvió a tener una compañera, bromista, tomador de café, fue relojero, y como yo desarmaba cuanto reloj tenía en mi muñeca, regañadas que me ponía, pero siempre me dejaba un reloj a cambio del que se llevaba para arreglarlo. Bromista, pero serio, ¿se entiende?
José, con porte y aires de aristócrata, el solo tuvo una hija, fue la excepción, su trabajo, ha si, fue joyero, hacía preciosas alhajas de oro, oficio que aprendió en Acaponeta. Bromista, pero yo no me acercaba demasiado a él, me imponía su presencia.
Pablo, el Viejo, querido tío Pablo de incontables historias, bueno incontables y contables, porque tenía de todas, hacía cada broma, de la que duraba años contándonos y riéndose, tiene innumerables bromas hechas a personas y personajes. De pequeño, dicen que seguía a los cuenteros mayores, quizá cuenta cuentos, para aprenderse sus historias, en parte por ello le decían el Viejo. Era un amor, simplemente.
Tia María, mi otra madre, nuestro refugio, otra que fue tan solo amor, con un corazón tan grande para recibirnos a todos, en él y en su casa, su acogedora casa, donde, nos recibió tantas veces, para pelear y jugar con sus hijos, tratándonos como a un hijo más. Murió tan joven tía, te fuiste tan de pronto, me hiciste tanta falta hasta hoy, como falta le hiciste a tu hermana.
Tio Min, el penúltimo en morir, el mas pequeño, el que nunca dejaba de hablar, aunque uno estuviera hablando también, el de los mil dichos chistosos sobre todas las cosas de la vida, hasta de la enfermera maliciosa (según el) que lo atendía del cáncer de próstata que se lo llevó a la tumba. No nos escapábamos nadie de sus comentarios, ninguno de su familia, de los conocidos, de sus clientes de sus famosísimos churros: Fundador de la dinastía de los churreros los Mines, mis primos, que ejerciendo su oficio han traspasado puertas por todo México, a deleitar a los paladares de grandes y chicos con sus churros.
¿Saben una cosa?, en los velorios de mis tíos, resultábamos la familia, hasta irreverente, hubo dolor por las pérdidas, indudable, pero al mismo tiempo tantas risas, recordándonos sus palabras, sus hechos, sus dichos, ¿que estarán diciendo de nosotros, que fiesta han de tener allá, porque están reunidos? ¿ te acuerdas de…y de…y de…? La plática era sin fin, recordando a Sus Gracias, sus invaluables recuerdos que perdurarán mientras vivamos los que los quisimos y queremos.
Mamá también murió, fue la última de los hermanos en morir, para ella, no tengo comentario gozoso, si un día les hablo de ella, será aparte, de ella sola, pero dudo que se llegue el día de algo tan íntimo.

Mis grandes antepasados Mayorquín Ahumada. Todos, tan queridos.
Otro día, les cuento de sus descendientes, hoy no, hoy déjenme llorar otra vez por ellos, y reír con sus recuerdos.

2 comentarios:

amiga tuya dijo...

YO TENGO MUCHAS CONOCIDAS Y POCAS

AMIGAS Y TU ERES UNA DE ELLAS!!!

HASTA CHILLAR ME HICISTE MALVADA..


SALUDITOS

Blanca dijo...

Gracias, nueva Amiga, que linda, y lo siento por hacerte llorar, aunque yo soy chillona, y no tiene nada de malo, vamos aprendiendo a reírnos mucho, saz?