jueves, 2 de julio de 2009

MIGRANDO,LAS AVES


La naturaleza es muy sabia, dice mi amigo.
Resulta que he tenido de vecinos a patos pipichines, como aquí les llamamos, a patos silvestres. También en casa de mi hermana, y en muchas otras casas de estos pueblos, han venido a vivir estos bellos patitos.
¿La novedad? Que antes estos patos silvestres vivían en el monte, sobre todo alrededor de lagunas y en la llanura, en general. ¿Cómo se ha de estar transformando el ambiente de esas zonas, para que ellos prefieran venir a vivir en la zona de casas?
La naturaleza es muy sabia, dice mi amigo, y se adapta a lo que tiene. En estos pueblos existen infinidad de casas abandonadas, en gran parte por la migración de personas, unas son que dejan sus casas y se van a Estados Unidos, y otras, una vez allá, mandan dinero a sus familias y les van construyendo aquí desde un cuartito, una casita o una mansión. Lo hacen con la esperanza o la idea de volver a vivir aquí un día, mas sin embargo, hay muchos que nunca vuelven, y en el cuartito o en la casita, se acomoda a vivir la familia que abandonan, ya sean una mujer y sus hijos, ya sean unos padres que un día terminan por irse también ellos “al norte”. A veces los dueños de las mansiones, tampoco vuelven, y también dejan de mandar dinero, desaparecen, otras veces si vuelven, en un estuche llamado ataúd, o en una cajita llamada “urna” y llena con sus cenizas.
Sí, ese es otro tema, pero también se llama migración, como las aves.
El caso es que quedan casas abandonadas que, fuerte la naturaleza, se van llenando de vegetación hasta ser a veces destruida por ella.
Ahí se instalan los patos pipichines, en árboles, en techos llenos de enredaderas, en cualquier nicho esa casa abandonada que ahora es toda suya. Y ahí tienen sus crías.
A mi me encanta oírlos tempranito y por las tardes, cuando llegan a sus nidos, los cuales por cierto, no conozco. No se que hagan ninguna estructura llamada “nido” como otros pájaros. Los que conozco anidan precisamente en una enredadera en un techo, y en el hueco de un árbol.
Cosa curiosa, a los primeros, jamás les he visto crías, los segundos si sacan sus crías. Están en un árbol muy alto, que tiene un hueco en la parte de arriba, ahí guardan los huevos y nacen sus crías, y se llega el día de irse con todo y patitos. Es un día de mucho ruido, pues entonces el pato vuela alrededor, llamándolos, después, mientras la pata los llama desde el suelo , casi a cinco metros abajo. La pata se posa al pie del árbol con un ala extendida, el pato avienta cada patito hacia abajo y este, pataleando, cae en el cuerpo de la pata, y se desliza por su ala hasta el suelo. Así uno por uno, es maravilloso. Esta casa que les cuento, se encuentra como a tres cuadras del río; una vez abajo los patos, hacen hilerita corriendo tras los padres que los llaman, y se dirigen al río. En una ocasión, recibieron ayuda de la familia que vive en esa casa, recogieron los patitos, y entre los graznidos de los pipichines, se los llevaron a la orilla del río y ahí los liberaron, acudiendo ellos de inmediato al llamado de sus padres – patos.
Que lindo es todo esto. Me encanta aunque no tengo contacto estrecho con ellos, no llego a tocarlos, ni los alimento, nada tienen que ver conmigo, solo me hace feliz saber que los patos sobreviven, me regalan su imagen surcando el cielo, disfruto de sus graznidos, con eso es suficiente para saber que la naturaleza es mas fuerte que nada, se adapta en muchos casos, y que sobrevivirá al hombre, si es que nuestras acciones terminan por aniquilarnos como especie, la naturaleza sobrevivirá.
(Anduve buscando en google, se mencionan los pipichines relacionados con esta costa de Nayarit, busca tú mas datos.) Hasta luego.

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