viernes, 18 de mayo de 2012

SOMOS UNO, AUNQUE TE QUITES.


                                              

En éstos tiempos, si algo  ha de mantener unida a la humanidad, será el recordar o  reconocer, que somos Uno, o sea, que todas las personas pertenecemos a una sola familia, a un solo grupo, que lo que le sucede a Uno, irremediablemente le afecta a los demás. Si alguien hace daño a una persona, se está dañando a si misma, porque recibirá en si, ese daño, multiplicado.
Ya es tiempo de despertar a esta verdad, no podemos seguir sumergidos en el salvajismo y en la ignorancia, no podemos quedarnos en la creencia de que alguno es poderoso y diferente, intocable y permanente. Todos somos iguales, todos sentimos , esperamos, soñamos, deseamos, lloramos, amamos, tenemos ilusiones; ninguna persona queda fuera de esquema, por mas que se sustente en el dinero, es igual a todos; por mas que crea que poseer armas lo hace poderoso, es igual a todos, todos tenemos el mismo origen y el mismo destino.
Hay una diferencia, reconocernos como personas con un alma, parte de un espíritu o creernos solamente materia.
No es cuestión siquiera de analizar, es cosa de recordar. ¿Recuerdas como has vestido imágenes religiosas en tus camisetas, cachuchas, tatuajes? Te preguntaré: ¿para que? Parecería que veneras, amas, piensas en una divinidad, en una Madre Virgen, en un Jesús Cristo, puesto que los portas en tus prendas, medallas, en tu cuerpo tatuado incluso, ¿ por qué? Es porque reconoces tu parte espiritual a pesar de tu modo de vida, no puedes olvidar que hay algo dentro de ti que se llama alma y eso es lo que encomiendas a Dios. Por mas que digas que eres súper poderoso, recuerdas que hay alguien superior  de quien necesitas para que vele por tu verdadero yo, tu alma.
Por lo tanto, amas a un Dios y pides su “protección” en tu vida y en tu camino.
Y ¿piensas que vistiéndolos, dibujándotelos, dejarás  de pagar por lo que haces? Permíteme decirte que no y también, por qué no te servirá de nada portarlos e incluso aclamarlos. No te servirá de nada, porque para este mundo terreno, existen leyes, leyes espirituales,  las cuales Jesús cumplió  y llevó al máximo. Tu recuerdas que Jesús hizo milagros, pero también hacía meditación, se apartaba del mundo a orar, según leíste u oíste alguna vez en tu iglesia; se apartaba a rezar a Dios Padre, ayunaba y en alguna ocasión, venció al demonio a pesar de los ofrecimientos que éste le hizo para llamar su atención. Jesús, hizo todo eso, tan a carta cabal, tan formal y profundamente, tan bien hecho, que por eso, podía tener la generosidad de deshacer las cosas tristes, dolorosas y también la naturaleza misma, o sea hacer milagros: curó enfermedades, resucitó a Lázaro, porque vivía bien, no se corrompía con las distracciones del mundo, la avaricia, el deseo mundano, esas tentaciones cotidianas las pasaba de largo. Jesús hacia bien,  y por lo tanto, era excepcional. Jesús veía en todos, a un hermano, sabía y vivía de acuerdo a esta verdad, que  todos somos hermanos y  por eso los amaba como a El mismo. ¿Amamos nosotros a los demás? Jesús no dañaba a nadie, ¿recuerdas tú que alguna vez dañara a alguien? No, El no, El respetaba esa ley, respetaba a los hermanos, y no podía ser castigado por ello.
Si nosotros no respetamos a nuestros hermanos, a todos, ¿como podemos esperar que portar una medallita, una imagen en la camisa, un tatuaje, nos va a librar del castigo de haber hecho mal y medio?  Amaras a tu prójimo como a ti mismo, porque todos somos hijos del mismo Dios, respetando esa ley, ese mandamiento, Dios está a tu lado sin necesidad de pintártelo en el cuerpo, porque el está en tu alma, viviendo como en su casa, feliz contigo, y sin dañar a los demás no hay penas que pagar, castigos que sufrir, ni aquí ni allá. A fin de cuentas, atrás de la máscara, has recordado que tienes alma, has recordado que eres un hijo de Dios, has recordado que eres hermano de la humanidad completa. Actúa en consecuencia. Pensemos

domingo, 6 de mayo de 2012

EXPLÍCAMELO TU.

A mi no se me quita de la cabeza, bueno, mejor dicho, cuando lo recuerdo mi conclusión es la misma, no la he modificado a través de la distancia. Yo viví eso, un no accidente, un intervalo en el tiempo y las circunstancias mientras estas se modificaban.
Las circunstancias eran unas, los factores que confluían y parecía inevitable el resultado.
Sentir de pronto que estás metida en una esfera sin tiempo mientras alrededor siguen las acciones y luego sigues, mejor dicho, vuelves a estar pero los demás que van con uno ni se enteran
Espeluznante y deslumbrante, me da escalofrío y me pregunto por que, y bien, dicen que la pregunta es para que y esta me es indudable, para seguir viviendo, para seguir viviendo. A esto tiene que seguir otro para que pero lo dejo pendiente.
Después, hace poco, me dí una caída, aparatosa, como un fardo sobre terreno irregular y salí ilesa aunque adolorida ¿ por que, para que?
¿ Me estoy poniendo histérica, psicótica, sintiéndome especial y señalada para....? No. mi vida es normal y especial como todas, un discurrir único como el de cada uno, hago mi labor , mis labores en muchas áreas, pero me siento acompañada y protegida. Gracias.