viernes, 2 de enero de 2009

Divagando, volví a la tienda de mi infancia.

FELIZ AÑO NUEVO. Bien trillado. Y con esta flojera. Total, ni el montón de pachangas ( fiestas), ni muchas cosas diferentes. Hoy, yo, a la rutina del trabajo, a visitar el Internet y recorrer mis blogs, los que leo. Mandar mi nota para el periódico si no lo he hecho; y esperar a los pacientes o clientes. En el comercio pequeño, éste es un ingrediente inherente, esperar. Papá tiene, una tienda de abarrote, yo nací, como se dice, "debajo del mostrador"así que conozco esta vida al derecho y al revés. Por la mañana se prepara el negocio, se limpia, se acomodan nuevas mercancías, y esperas la llegada de la clientela. Tiempos hubo en que la afluencia era mucha, hoy, en estos abarrotes pequeños, hay poca gente, sobre todo la del barrio, y que luego se van quedando solo con los adultos mayores porque la juventud emigra,a veces a estudiar y se queda a vivir ya lejos. Bueno, de la tienda, por las mañanas se juntaban todas las señoras a comprar las cosas para preparar el desayuno en su casa, se comadreaba, comentaba las novedades del dia anterior ( luego recordaré de contarte de ello). Pasado ese rato de venta, se hacia el espacio entre cliente y cliente que venía por cositas que habian olvidado, una pimienta, un tomate, tomarse un refresco... y el tendero, esperaba, y esperando, leía, periódicos, libros; resolvía crucigramas. Convivía con los hijos que no estaban en esas horas en la escuela. Si era mujer, cosía, bordaba, remendaba; iba preparando la comida, atendía su hogar, porque casi siempre estaba en la construcción de la casa el abarrote.
Esperar, por tanto, era y es la tónica de todo el dia. Y ese tiempo bien aprovechado, te daba para meditar, inventar, hechar el chisme, aprender cosas. Hacer ahí la tarea de la escuela, porque uno ayudaba por turnos en el trabajo. El transcurrir en provincia sigue siendo lo mismo. Quien tiene su negocio pequeño, es mas lo que espera que lo que vende, aunque hay de todo, negocios grandes con empleados y todo pero de eso no estoy hablando. Creo que por eso me gusto leer desde pequeña, mis padres, el, leía en la tienda; mamá, por la tarde, en el tiempo que ya había terminado con las labores, después de la comida, se sentaba en una silla en la acera, y leía, leía para entender, con calma, para disfrutar, yo creo. Nunca leía de prisa un libro, siempre duraba un límite de tiempo, quizá una hora, pero con muchas pausas. VIENDO LEER EN TU CASA, APRENDES Y GUSTAS DE LEER. ¡si nó, como? (esoy oyendo música italiana en violín, delicioso)
Hasta luego, gracias por leer-me.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta entrada me hizo recordar mi infancia, mis padres tenían también un tienda y allí aprendí a leer, a sumar y a escribir. También nació mi afición por los crucigramas.
Parece como si las situaciones vividas en estos negocios de barrio, se repitieran sin importar la región donde estamos.
Gratos e inolvidables recuerdos.
Me gusta tu blog.
Abrazos.