miércoles, 14 de octubre de 2009

HISTORIAS DE UN MOJADO.- Por un emigrado mexicano desde los E.U.

En esta fulgurante alfombra roja no podían faltar los mexicanísimos y qué digo, latinoamericanísimos y mundialmente conocidos Gael García Bernal y sus colmillitos de chiquidrácula y pelito de Tizoc, pero rubio, y del controvertido charolastra Diego Luna, quien viene acompañado nada menos que de Camila Sodi y su bellísimo heredero al trono de las pantallas chicas, grandes y medianas.
Llegan así, espichaditos, de tennis y pantalones de mezclilla con agujeros en rodilla, pompi y piernil.
Estos personajes pasan inadvertidos para la dueña pero no para los mojarritas que pasamos largas ocho horas emplastando sandwichs o revolviendo raras ensaladas, levantamos la mano y de pronto soñamos que nos están filmando para la nueva película de “Amores perros II”, con todo y mameluco levantamos las manos llenas de mostaza y Cesar Dressing para saludar a los copropietarios de Canana Films Productions, estrellas del nuevo cine mexicano, aquel que ha logrado descollar más allá de lo que fueron las películas de narcos y ficheras.
De pronto nos acordamos del juramento charolastra y contentos les decimos hi (jay) el ordinario saludo americano, para ver si nos incluyen en algún cortometraje, aunque sea de extras. Quien quita y un día de estos hasta al Festival de Cannes llegaría este sandwichero que no hace otra cosa más que jalar y jalar de sol a sol, para llenarle la pancita al puerco y regresar lo más pronto que se pueda al México de mis amores.
Pero, volviendo a las estrellas, Salma hayek no trae a su millonario consorte, pero carga a su pequeña bebé, con amponazo vestido, de chanclas y sin maquillaje. Yo creo que a los maquillistas les han de pagar muy bien por ponerle tanta belleza a tan paliduchos y desangelados rostros. Salmita sólo sonríe y saluda con sus pequeñas manitas, mientras yo le comento a un cuate que esa mujer personificó a Frida Kalho, artista de renombre mundial, en torno de la cual se tejieron contradictorios guiones y bochornosas imágenes de alguien a quien el mexicano común aún no conoce y que, como dice otro compañero, esa es una de las bandidas (la otra es Penélope Cruz) yo en mis fueros internos, con mal pensada mente digo; aguas, cuídenle las manos, no se vaya a robar ese salero.
Otros personajes no tan conocidos, el villano de Anaconda, aquel que gracias a la magia de la cinematografía fue devorado y vomitado por gigantesco animalote, para traerlo hasta el lugar donde trabajo, engullendo tremendo sandwichote de atún, con ensalada, café, agua y limonada. El galancete aquél de Guardianes de la Bahía, el que seguido le tiraba de agarrones a la Pamela Anderson, no me acuerdo del nombre de ese güerinche sujeto, medio sangrón y payaso que ya anda rascándole a los sesenta añejos, pero igual de petulante y agarrado, pues sólo deja unos cuantos centavillos de propina. Bueno, luego dicen que a caballo dado no se le ve colmillo, pero este cuate se pasa de codo.
El Toño Banderas, la viejita que le dobla la voz a la costurera de Los Invisibles, los productores y realizadores de Los Simpson, alguno que otro artista mexicano, como Susana Dosamantes, Kate del Castillo y Eugenio Derbez, por hablar de los más pobretones, pero también los más generosos pues bien que sueltan relumbrantes y codiciados billetes verdes para los admirados trabajadores.
Al principio todo es novedoso, uno se impresiona mucho con algún famoso, luego, con el tiempo te acostumbras y lo ves con naturalidad.
Me he dado el lujo de platicar casi cada tercer día (cuando ya las dueñas se han retirado) con un veterano al cual admiro mucho, el supervillano Henry Silva.
En dos ocasiones saludé a Diego Luna. No hubo tanto problema pues a pesar de ser superfamoso, entre los gabachos pasa aún desapercibido. Sentí algo chido decirle: hey, ¿cómo está mi estimado charolastra?
Y secándome las manos en el mandil estreché las suyas. —Somos dos mexicanos triunfadores en los EU — le dije. Y él asintió asegurando: La raza azteca sigue siendo imperio.

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