martes, 18 de agosto de 2009

RECORDAR, NO RECORDAR.

Se prendió la grabadora y empezaron a salir los sonidos, reconocimos la radionovela de Kalimán, y se alinearon los recuerdos; en ese tiempo se usaban las radionovelas yo recuerdo a mi abuelito que le gustaba oír La vida de Chucho el Roto; los comerciales de la época, “burbujitas, burbujitas, burbujitas, de las saldiuvas picot…”y ahora, “Apague la luz y escuche”; a mis padres no les gustaba “ese ruido”, ni novelas, música ni nada.
A veces oíamos el box, que también se transmitía y lo compartíamos en familia, no con frecuencia.
No me acuerdo, dirán que por vieja, pero nunca he tenido buena memoria, por algo no era buena en historia y ya puestos, ni en la literatura de secundaria en donde solo nos pedían fechaS de nacimiento o muerte del autor, cuantas obras y en que año se publicaron, como si eso fuera literatura.
Ahí tienes que no se que diferencias hay entre ensayo, novela, tratado o cuento, porque solo me pedían números y no me gustaba la materia y sacaba mala calificación, porque total, a mi me gustaba leer las obras y sentir lo que el autor decía que sentían los protagonistas, y llorar con ellos y reír con ellos.
Yo leía mucho, me acuerdo aún, claro; pero no me acuerdo el numero de libros que leí, lo que si me acuerdo es que en la secundaria había un librero lleno de libros en rústica, apretados ahí, y yo creo que me leí el 80 % de ellos.
Ya no me acuerdo de que trataban, solo se que vivía las emociones ahí plasmadas.
Me acuerdo de la soledad, y como la encubría con la lectura y así se llenaban esas horas con viajes, pláticas, descripciones de paisajes, pocas ilustraciones y mucho que leer. Y yo construía mi futuro, y me protegía del presente, y me olvidaba el pasado.
Ya no me acuerdo, pero no es la vejez, sino la mala memoria.
Porque leyendo sigo llenando la soledad, borrando el pasado y quizá, construyendo el futuro.
Me acuerdo, pero no, a veces no me acuerdo

No hay comentarios: