MIS MANOS

Esta noche descubrí que amo a mis manos, un par de manos morenas, regordetas, de uñas cortas, no soporto las uñas largas, cuando mucho las luzco una semana, me fastidian y las corto.
Mis manos, no siempre limpias, cuando hay oportunidad, les permito jugar con tierra, arena o barro. Han estado a mi lado desde siempre y hasta hoy, les dedico un agradecido pensamiento.
Si las analizo, no son muy suaves, total, son manos que trabajan también en la cocina, en la limpieza. Pero ellas saben tocar con suavidad a un paciente, a un pariente, a una flor o a una piedra, a la escultura de mármol a mi perro y a mi hija.
Saben transmitir amor con una caricia, un toque, un apretón a las manos ajenas, incluso con una palmada en la espalda para levantar el ánimo.
Mis manos me tocan con suavidad y friegan con fuerza una cazuela, se calientan durante horas en el tejido, empuñan una escoba, un marro, una pluma o un pincel. Dibujan con delicadeza o aplastan entre sus dedos una crayola; aplauden con entusiasmo, se cierran para amenazar, se alzan para detener se abren para recibir , y si, se han lanzado a golpear.
Pues vaya, mis manos, que ahora apenas soy conciente de ellas, dos, medianamente grandes, morenas, útiles e ignoradas. Sin ustedes, con qué me sonaría los mocos y secaría mis lágrimas. ¡Como me habría enseñado a contar sin mis diez dedos!
Si me faltaran, ¿como tomaría a mis compañeros de sus manos para irnos a recorrer el mundo?
Gracias, Señor, por mis manos y por todas las manos dedicadas al bien, callada e ignoradamente.
Ah, pero, shtt, que no oigan esto mis pies porque se sentirían celosos, aunque en realidad, son otra maravilla arquitectónica, con tantos huecesillos, tan prácticos y resistentes. Maravilla del cuerpo humano, ¿verdad? Parte por parte, compendio de física, arquitectura, belleza y absoluto sentido práctico. Inteligencia integrada, hechura del Señor. Gracias por todo el cuerpo.
Y tú, reconoces la maravilla de cuerpo que tienes ¿todo, o en parte?